Después de que en 2014 naciese el primer bebé gracias a un trasplante de útero de donante viva, acabamos de conocer que hace un año, concretamente el 15 de diciembre de 2017, nació la primera bebé fruto de un trasplante de útero de una donante fallecida. Según publica The Lancet, el Hospital das Clinicas de Sao Paulo (Brasil) llevó a cabo esta intervención con éxito. Sin duda, un avance que posibilitará en un futuro muy cercano a muchas mujeres ser madres biológicas pese a carecer inicialmente de útero. Entonces…¿dónde está el problema y la polémica?

¿Un proceso necesario?

Se trata de un proceso novedoso cuya implantación dependerá de la legislación vigente de cada país y que, en el caso de la sanidad española, también dependerá de las consideraciones que se realicen sobre el receptor del órgano. La discusión y la polémica reside en la necesidad o no de realizar este tipo de intervenciones y, sobre todo, que el Estado deba asumir su coste.

Se trata de un proceso en el que, entre otras, es necesario realizar una terapia inmunosupresora para evitar el riesgo de rechazo del trasplante y también distintos problemas secundarios para la madre y para el bebé. La Organización Nacional de Trasplantes (ONT) desaprueba este procedimiento, ya que aseguran que para ellos debe primar el principio de no maleficencia (no hacer daño) y también la de hacer un uso adecuado de los recursos públicos. Aunque aconsejan otros procedimientos para ser madre como la adopción, se trata de una técnica novedosa que terminará por convertirse en rutina. Se calcula que en España hay actualmente una veintena de mujeres a la espera de un trasplante de útero.

 

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